
Nos enmarcamos en la Ribera del Duero, tierra de contrastes; patrimonio y viñedo se dan la mano para adentrarnos en tierras de pinares. Un antiguo Señorío de la provincia de Burgos bañado por las aguas del río Gromejón, que le da nombre a este caudal una mención castellana antigua haciendo referencia a gran cantidad de cangrejos en su paso fluvial.
La villa de Gumiel de Mercado, se alza impasible en el tiempo, y con ella, Valduero, primera generación de bodegueros en la historia de sus ancestros.
«Artesanía, arte en cada botella, respeto y cuidado a nuestros viñedos, rendimiento bajo por viña, selección de racimos dentro del viñedo, el tiempo es nuestro aliado en largas y pacientes crianzas»

En esta ocasión, Tiempo de Vinos vuelve a la taberna gallega Ni subo Ni bajo, cercana a la gastro calle de Ponzano para descubrir la Ribera del Duero en su máxima expresión, los vinos que guardan paciencia en la bodega Valduero. El restaurante, como guinda del pastel, obsequió con una artesana empanada gallega para disfrutar junto a los vinos citados.
Empezamos esta ruta por las bodegas Valduero a través de la excelencia y calidad, donde la identidad y la pasión por la vid es el máximo común denominador de los vinos con Denominación de Origen Ribera del Duero. Comenzando con un blanco sobre lías elaborado a través de la variedad de uva Albillo y cuya identidad evoca al apellido fundacional de la bodega familiar, Viadero, con una puntuación de 95 en Decanter; amarillo pajizo rescatando matices dorados, que cuyo carácter aromático envolvente nos recuerda toques de piña, melocotón así como sutiles trazos de alemendra dulce. En boca aporta salinidad y acidez muy elegante en el que se acentúa la organoléptica tropical y floral. Su paciencia sobre sus propias lías invita a una evolución en copa parada, aportándonos una inmersión en levaduras y bollería tradicional.
Los vinos tintos en cata, sin lugar a duda; Tierras Altas. Tenemos que tener en cuenta que a nivel de campo nos estamos situando en un viñedo por encima de los 700 metros de altitud sobre el mar, cuyas condiciones climatológicas son excepcionales para creación de obras de arte llamadas vino: Dos maderas, Una Cepa y Reserva de Valduero. Este importante trío es pura tanicidad, persistencia sin igual, y por lo tanto, desde el sector científico, estamos ante vinos con importante nivel de Resveratrol, uno de los componentes que configuran los taninos del vino. De anillos violáceos con sutiles transparencias, a capa alta, pasando por tonalidad azabache en Una Cepa, que poco a poco entre ellos avanza la densidad de la propia lágrima.
En aromática presentan madera por si solos; Una Cepa nos aporta unos toques de puro, Dos Maderas frutos del bosque… Reserva Valduero, cuero. En boca Dos Maderas es sutil astringencia, recordando un elegante y muy leve picante enamoradizo. Una Cepa tiene la peculiaridad que cada botella pertenece a una planta de vid, por lo que realmente podríamos hablar de viñas prefiloxéricas cuya producción limitada mantiene la calidad suprema de la planta en una botella; sensaciones de regaliz y tostados que evocan al café, cuya intensidad leve se mantiene equilibrada en la tranquilidad de la copa.
Reserva Valduero, procedente de la añada 2014, definido como Dos Cotas, es excelencia y pureza en organoléptica, pero invita a pararnos en su fase visual con imponente capa castellana, densidad cuya llovizna en copa es un halo de cuerpo y belleza. La aromática, haciendo repaso a líneas anteriores, cuero labrado con su emblema. 30 años en barricas francesa y tres décadas de paciencia en botella, cuyas duelas aportan aromas de vainilla que evolucionan en compotas. En boca despista, juego de astringencias, envolvente, variedad 100% Tinto Fino que invita al suspense; su fortaleza en el tiempo evoluciona con toques de humo, además de notas de fruta madura, vienen recuerdos de bellota y un leve toque floral de jara, cuyo elegante amargor es tanto misterio como emociones para los sentidos.
Ignacio Isidoro Benítez
CEO | www.argataca.com